top of page
Foto del escritorColectiva Contra

Visita rápida al infierno.

Actualizado: 19 jul 2023

Visita rápida al infierno.


"Así que esto es el infierno. Nunca lo hubiera creído. ¿Recuerdan?

¿El azufre, la hoguera, la parrilla? Ah, qué broma. No hay necesidad de parrillas,

el infierno son los otros”.

y como dijo José Alfredo, no volveré, se los juro por Dios que me mira.


Es jueves, afuera de una angosta y descarapelada puerta giratoria ubicada en la avenida Boulevard del Minero, hay una larga fila de personas que en su mayoría son mujeres, niñas, jóvenes, adultas y viejas, únicamente se alcanzan a contar unos cinco o diez hombres de entre unas doscientas gentes formadas.

Son las mujeres las que no olvidan, las que vistan, las que cuidan, las que proveen para mitigar el hambre y las necesidades en el infierno.

Ese día, las nubes tapaban casi la mitad del cerro del Cristo Rey, que crucificado, no voltea a ver a los que habitan ese inframundo bajo sus pies, el que olvidó por completo a esas almas pecadoras.

Sin embargo, algunas de ellas todavía le rezan y guardan una Biblia entre sus pertenencias.

En el CERESO de Pachuca un policía en la puerta grita: ¡De este lado los de IFE y de este otro los de pase!

De todas maneras importa poco si eres de uno u otro porque las filas avanzan como se le da la gana.

Afuera un grupo también conformado por mujeres ha montado un curioso negocio de guarda cosas que no pueden ingresar, desde llaves hasta comida y cobijas que colocan en grandes bolsas de basura. Por diez pesos te guardan lo que sea y te proporcionan un número escrito en un masking tape que te necesitas pegar bien en la ropa si no quieres perderlo, y si lo haces, no podrás recuperarlas.

Ese día, el policía de la puerta informa que los abarrotes, la comida y papel de baño no pueden ingresar y las mujeres de la fila protestan:

––¡Pero si siempre los han dejado pasar!––¡Sí, pero hoy no!–– contesta el policía.

Una señora quiere organizar una ida a la Comisión de Derechos Humanos para iniciar una queja y no tiene éxito.

––No tiene ningún caso–– dice otra––el escritorio de la Directora está lleno de esos papeles y no pasa nada.

––No dejan pasar estas cosas hoy, porque las mujeres se amotinaron el martes y se declararon en huelga para no comprar nada en la tienda que es del marido de la Directora, ––las quieren cambiar de área y pagaron mucho por los espacios que tienen––comenta otra más atrás.

––¡Las están castigando y así las obligan a comprar ahí!.

Comienzo a sentir bastante ansiedad y miedo, pero sigo adelante.

Finalmente entro y me pasan a otra cola en donde hay menos fila, se supone que es el área de Trabajo Social en donde te dan un pase para entrar.

Hay una mujer con su hija pequeña antes que yo, cuando llega su turno, revisan una cédula para ver si está entre las autorizadas por la persona recluida para visitarla.

––¡No señora, no puede entrar!––Aquí el señor puso claramente que usted no puede entrar, que su hija sí.

––¡Entienda, usted ya no es nada de él!

––Además, ¡sabrá Dios si la niña es su hija!––dice la jefa del área de Trabajo Social.

––Pero, ¿cómo va a entrar la niña sola si tiene dos años?––¡No sé!––

––Aunque aquí se privilegia la convivencia entre padres e hijos, usted no puede pasar.

La pobre mujer y su niña se dan la vuelta y se van, no saben de lo que se han librado, tal vez el diablo las protegió.

Cubro todos los requisitos y me dan el pase, hay que ir a registrarse y te dan una ficha, otra fila, y te asignan una puerta de entrada a un pequeño cuarto inmundo.

Detrás de esa puerta, una policía que te trata como basura te hace desvestirte para ver que no llevas nada prohibido.

¿Es necesario? Se puede instalar un sistema de arco detector de metal y perros para la droga, pero se requiere debilitar la dignidad de los familiares y visitas para que no protesten, y también, fomentar que busques “al comandante”, como me platicaron otras mujeres que visitan, para que “te autorice” por un pago a ingresar lo que no se puede pasar.

Llegué finalmente al acceso de mujeres, nuevamente hay que registrarse en un cuaderno y te avisan que van a llamar a quién visitas y lo hacen hasta que quieren.

A la mayoría de las mujeres presas no las visita nadie, a los hombres sí.

Las presas sin visita salen amenazadoramente a caminar por donde está la única mujer que recibió visitas hoy.

Luego de una hora de iniciada la visita comenzó a llover y me despedí, anoté mi salida en el registro, la oficial de la puerta me dijo:

¡Regrese por donde vino––y soltó una carcajada.

La puerta de salida está por el área de los hombres, llegué y me dijeron que no podía salir hasta la una, eran las doce.

Tuve que juntar valor y quedarme detrás de esa puerta formada sola.

De repente, comencé a escuchar y ver a muchas mujeres que estaban de visita corriendo hacia afuera del área varonil.

––¡Se están peleando!–– gritaban.

Dos policías se acercaron al área para cerrar los accesos del área varonil y el vigilante de la puerta de salida inició la revisión para dar salida a las visitas.

Me pidió la ficha y me preguntó por un sello.

¿Cuál sello?–– le tenían que poner un sello ––No lo hicieron.

Comencé a temblar de miedo, no me habían puesto ningún sello, porque en ese momento me enteré de que también sellan a las visitas como animales.

Lo dicho, quebrar la voluntad para que no vuelvas al infierno a molestar.

Finalmente me dejó salir y volví al área de registro por mi credencial.

¡Fin de mi visita rápida al infierno!

Pase a recoger mis llaves, todavía tenía el masking pegado en mi blusa, me juré no volver.

En la tarde de ese día, la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió la Recomendación General DGC/402/19, que en algunos párrafos dice:

“Las irregularidades persistentes en diversos centros penitenciarios federales y estatales son reflejo de las afectaciones al derecho a la reinserción social y evidencian que no se han tomado las medidas dispuestas por la Ley Nacional de Ejecución Penal”.

¿“Irregularidades persistentes” o negocios consistentes?


Fin de mi visita al infierno.



1 visualización0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

留言


bottom of page